domingo, 19 de abril de 2009

¡No hay mucho tiempo!

Imagen: Diego Mauricio Granados Pérez
Texto: Albert López Vivancos
Palabras inspiradas por la imagen

* * *

¡No hay mucho tiempo!
El reloj se resquebraja.
Se agrieta y amenaza con caer sobre ti.
El tiempo se echa encima
y no deja lugar a un nuevo inicio.
No hay marcha atrás.

Las campanas han anunciado la hora,
han tañido una melodía que deja de ser melódica
para convertirse en espeluznante marcha fúnebre.

Y tú solo esperas.
Esperas la que quizás será la última campanada
que actuará como un resorte
que hará desprenderse al maldito reloj
que caerá implacable sobre ti
sabiendo que tú no te moverás ni un milímetro,
que estarás expectante para recibir el golpe,
que serás la víctima del sacrificio.

El tiempo se detendrá.

Y después
solo cabe esperar la resurrección.

viernes, 6 de marzo de 2009

Testigo de la verdad

Imagen: Diego Mauricio Granados Pérez
Texto: Albert López Vivancos
Imagen inspirada por las palabras


* * *


Sabes lo que debes hacer. Sabes que el momento se acerca. Sabes que debes tomar la decisión. Pero no quieres precipitarte, no debes precipitarte. Has meditado, y sigues haciéndolo, cada una de las consecuencias de tu elección. Hay momentos en que crees tenerlo todo bajo control, de saber a ciencia cierta que no te equivocas, de ser, sin lugar a dudas, testigo de la verdad.

Pero en la oscuridad de la noche, cuando te hayas sólo, sin la luz que ilumina el camino, la verdad se desmorona, te sientes desfallecer. Ya no estás seguro de nada, tan solo te sientes estúpido por haberlo creído.

Es entonces cuando las propias convicciones que nunca desaparecen del todo deben aflorar y vencer la oscuridad. Si conoces bien el camino no necesitas luz, tan solo tu propia seguridad. Es cuando la fe, esa rara sensación que no sabemos de donde viene (o sí…), te guía en la negrura que te envuelve.

Y cuando eso sucede, vuelves a ser testigo de la verdad. Testigo de la fe. Testigo de tu propio espíritu. Testigo de ti mismo.

Renuévame

Imagen: Diego Mauricio Granados Pérez
Texto: Albert López Vivancos
Palabras inspiradas por la imagen


* * *

Y de nuevo te mueves.
Pero ahora no buscas la luz,
buscas la fuente.
Inicias ese tramo del camino
que te acerca más y más a esa realidad
que forma parte de lo inexplicable,
que forma parte de esas cosas
que se responden con un “porque sí”,
con un “no sé”.

La realidad es que jamás has dejado de ir hacia allá,
jamás has dejado de ir hacia Él.
Por qué ¿qué es una sonrisa sino un paso hacia Él?
¿Qué es una palabra de aliento sino un paso hacia Él?
¿Qué es una dulce mirada sino un paso hacia Él?
¿Qué es ofrecer una mano sino un paso hacia Él?
¿Y acaso no son esos pasos nuevos brotes
que un día florecerán y darán fruto?
¿No son esos brotes una renovación?

Quizás estas palabras resultarán vacías a muchos oídos,
pero sientes cada uno de esos pasos,
sientes nacer cada brote,
sientes su presencia
en lo más profundo de tu espíritu.
Sientes que ya no vas hacia Él,
sino que vas con Él.

La luz dejó de cegarte
y el alma grita íntimamente:
¡renuévame!

¿Por qué?
Porque sí

lunes, 16 de febrero de 2009

Enamórame

***

Imagen: Diego Mauricio Granados Pérez
Texto: Albert López Vivancos
Palabras inspiradas por la imagen


La luz llega de lo lejos.
Es intensa, brillante.
Es profunda, penetrante,
radiante, resplandeciente.
No dejas de mirarla.
Te ciega
pero no puedes apartar los ojos.
Intentas ver más allá,
encontrar el principio,
la causa, la razón.
Buscas explicar,
aclarar, interpretar, justificar…
No cejas en tu empeño.

Llega la noche.
La luz desaparece
y tú esperas el nuevo día
para dejarte seducir por ella de nuevo,
para seguir buscando.

Pero de golpe te fijas en algo.
En algo que está delante de la luz.
En algo que está al alcance de la mano,
muy cerca,
tan cerca que ni te habías dado cuenta antes.
¿O quizás sí?
Sí.
En lo más íntimo sabías de su existencia
pero el afán por ir más allá
hacía que pasara desapercibido.

Observas,
ves cada detalle,
recreas tu mirada
y entonces descubres
que aquello que buscabas con anhelo más allá,
que el principio de la luz que creías más allá
está en realidad frente a ti,
al alcance de la mano,
muy cerca.

La luz deja de cegarte
y el alma grita íntimamente:
¡enamórame!

miércoles, 4 de febrero de 2009

Al oido


***
Imagen: Diego Mauricio Granados Pérez
Texto: Albert López Vivancos
Imagen inspirada por las palabras
I

Me sigue.
Me busca.
Nunca me pierde de vista.
¡Corre!
No dejes que te atrape.
El alma no puede ser cautiva.
El espíritu quiere ser libre.
¿Y si lo consigue?
¿Y si me atrapa?
¿Y si no puedo ser quien quiero ser,
si no puedo ser quién soy?
El aliento se fatiga,
las piernas se agarrotan,
no podrás seguir huyendo...

¿Huir?
No huyas,
tan solo haz camino.
Deja de correr.
Déjate atrapar.
El alma solo puede ser cautiva de ti mismo,
de ti y de Él.
Es Él quien te sigue,
quien no te pierde de vista,
quien corre...
¿detrás tuyo?
¡No!
Él corre contigo,
A tu lado.
Para poder ser como quieres ser,
para poder ser quien eres.
Para poder ser.

II

Ya no es necesario correr.
No hay que huir.
El aliento recupera su ritmo,
las piernas se relajan.
Caminamos,
el uno junto al otro.
El silencio nos acompaña.
Ese silencio
que a veces es escandaloso.
Hablamos.
Hablamos al oído.
Hay tantas cosas por decir.
La lista es larga pero tenemos tiempo.
El tiempo es nuestro aliado.
El tiempo y las palabras.


III

Detengamos nuestros pasos,
dejémonos llevar por todo lo que nos rodea.
Retengamos la vida en nuestras manos de su mano.
Hemos dejado de correr.
Todo está a nuestro alcance.
Nos hemos reunido.
Nos seguiremos reuniendo cerca,
en cada instante,
en cada aliento,
en cada paso.
Seguiremos hablando
siempre al oído.