Texto: Albert López Vivancos
Palabras inspiradas por la imagen
***
Me mira.
Me mira fijamente.
Lo hace cuando el espíritu cae al vacío,
cuando nada le detiene,
cuando nada parece poder detenerle.
Sus ojos me penetran
cuando un frio,
que emerge de lo más profundo,
se apodera de cada parte del alma.
Sus ojos me traspasan
como si pudieran atravesar el frío hielo,
ese aliento de la vida que parece espesar,
el aliento que fluía y que ahora se congela.
Esos ojos…
¿Es quizás un extraterrestre
que me abduce y me lleva al universo?
¿Es aquel amigo incondicional
que me salva con sus palabras alentadoras?
¿Es Dios que observa
mientras decide si obrar algún milagro?
¿Son mis propios ojos
que se lamentan de mí propia debilidad?
Esos ojos me miran y no se detienen
hasta llegar a los sentimientos más íntimos.
Sea extraterrestre,
o Dios
o fiel amigo.
Me mira fijamente.
Lo hace cuando el espíritu cae al vacío,
cuando nada le detiene,
cuando nada parece poder detenerle.
Sus ojos me penetran
cuando un frio,
que emerge de lo más profundo,
se apodera de cada parte del alma.
Sus ojos me traspasan
como si pudieran atravesar el frío hielo,
ese aliento de la vida que parece espesar,
el aliento que fluía y que ahora se congela.
Esos ojos…
¿Es quizás un extraterrestre
que me abduce y me lleva al universo?
¿Es aquel amigo incondicional
que me salva con sus palabras alentadoras?
¿Es Dios que observa
mientras decide si obrar algún milagro?
¿Son mis propios ojos
que se lamentan de mí propia debilidad?
Esos ojos me miran y no se detienen
hasta llegar a los sentimientos más íntimos.
Sea extraterrestre,
o Dios
o fiel amigo.